Sobre parte de nuestra Juventud. Octubre 2015

Podría empezar esta reflexión con el manido “Me llena de orgullo y satisfacción…..”, y es broma, la frase. Pero sí es cierto que encontrarme chicas y chicos jóvenes de nuestro pueblo, que ya están trabajando o continúan formándose, estudiando las materias más diversas, me encanta y me genera un absurdo orgullo, puesto que mi contribución a esas personas con las cosas medianamente claras y aparentemente encaminadas, seguramente habrá sido mínima. Sin embargo como maestra soy miembro de una Comunidad Educativa, en la que familias y escuela somos la principal parte, y me agrada pensar que algo he tenido que ver y los esfuerzos no han sido en vano.

Por la misma razón no puedo evitar (con independencia de que personalmente les haya dado clase) sentirme responsable, cuando veo a parte de nuestros jóvenes, en esquinas y parques en momentos del día que indican que no están ni trabajando ni estudiando. Porque como Comunidad Educativa hemos fallado, no hemos sabido motivar, no les hemos proporcionado ni los apoyos ni las alternativas que necesitaban, en esos momentos tan complicados a veces de la adolescencia o de la juventud.

Hay casos y ocasiones, en que todo se junta: desidia y recortes de las diferentes Administraciones, profes convencidos de que lo suyo es enseñar pero no se preocupan de escuchar y educar, familias que no saben o no pueden, dirigir lo que está pasando con sus hijas o hijos, y los propios jóvenes que por muchos factores que nadie podemos controlar, entran en un proceso nada bien encaminado del que a veces es difícil salir. Es ese momento crítico en que las diferentes partes nos echamos la culpa. “Los padres no ponen límites” se justifica el Colegio o el Instituto, “los profes no le entienden ni motivan” decimos las familias, “más alumnado por aula y menos programas especializados” aporta la Administración, “para qué voy a estudiar, si gano más trabajando” decían hace unos años los jóvenes y ahora “para qué voy a estudiar si no voy a tener trabajo”.

Y ahora estamos así. Con un grupo nada desdeñable de jóvenes sin trabajo y sin la suficiente formación, al que hemos abandonado a su suerte. Es urgente un “Plan Juventud” a nivel municipal, que en la medida de las posibilidades encare los distintos tramos de esta etapa y sus diferentes necesidades, ya que a otros niveles de la Administración la estrategia parece ser sólo esperar. Esperar a qué los jóvenes que buscan empleo, se cansen de buscarlo y se vayan fuera, dejen de figurar en el paro, o dejen de ser jóvenes. En este sentido la Administración Central “no discrimina”, tiene el mismo “Plan Espera” para todos los jóvenes, con o sin formación.